LOS MANDAMIENTOS DE YHVH.

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LOS MITZVOT - MANDAMIENTOS. 

 

Al final de las Leyes de la Meilá (cap. 8, halajá 8), el Rambam escribió: 

"Es apropiado que el hombre, de acuerdo con su capacidad, medite sobre las leyes de la sagrada Tora y conozca su significado. Y si hay algún concepto al que no le encuentra su razón o desconoce su causa, no debe considerarlo como algo trivial; 'que no se revele contra Di-s' 'para que no sea arrasado por Él'. Que su pensamiento respecto de esto no sea como su pensamiento respecto de temas ordinarios y profanos. ¡Ven y observa cuan estricta es la Torá acerca de la meilá (el uso profano de algo sagrado)! 

Y si alguien las llegara a utilizar de manera profana, violará su santidad; y aunque lo hiciera sin intención, necesitará de expiación. Entonces, con más razón, el hombre no debe rechazar los preceptos que el Santo, bendito es Él, ha establecido para nosotros porque desconoce sus razones, y tampoco debe inventar ideas que no son correctas acerca de Di-s, bendito sea, ni referirse a los preceptos como si fueran profanos. 

"Está escrito en la Torá: Y observarán todos Mis jukim (estatutos)" y todos Mis 'mishpatim (ordenanzas)', y los cumplirán (Vaikrá - Levítico 19:37; 20:22). 

'Esto viene a enseñar que de la misma manera que se cumplen y observan los mishpatim (ordenanzas), se deben observar y cumplir los jukim (estatutos) (Torat Cohanim). Cuando se habla de su 'cumplimiento', la intención es clara: que la persona cumpla los jukim (estatutos); y al hablar de su 'observancia', se refiere a que la persona se cuide de no transgredirlos y no crea que tienen menos importancia que los mishpatim. Los mishpatim (ordenanzas) son los preceptos cuya razón es obvia y cuyo beneficio en este mundo es conocido; por ejemplo, el robo, el derramamiento de sangre, y el respeto al padre y a la madre. Mas los jukim (estatutos) son los preceptos cuya razón es desconocida. Y los Sabios, de bendita memoria, enseñaron: '(Dice Di-s:) Yo he establecido para ti jukim (estatutos), y tú no tienes derecho de pensar que son erróneos' (Midrash Tehilim 9). Y éstos son los preceptos que el instinto del mal incita a la persona (a no cumplir) y los pueblos del mundo refutan: por ejemplo, la prohibición de comer carne de cerdo o carne con leche. 

"¡Y cuan grande era la angustia del Rey David, que la paz sea sobre él, a causa de los herejes y los idólatras que refutan los jukim (estatutos). Y siempre que ellos lo perseguían con los falsos argumentos de que se valían, a causa del limitado entendimiento que poseían, él incrementaba su apego a la Torá, como está escrito: 'Los perversos han inventado mentiras en mi contra; mas yo, con todo mi corazón, cuidaré Tus ordenanzas' (Tehilim - Salmo 119:69). Y también dice allí: Todos Tus preceptos son verdaderos, pero ellos me persiguen con falsedad; ¡ayúdame!' (Tehilim - Salmo 119:86). 

Y nuestros Sabios dijeron que el mundo se sostiene gracias al servicio en el Templo, ya que al cumplir los jukim (estatutos) y los mishpatim (preceptos), las personas rectas son merecedoras de la vida en el Mundo Venidero. Además, la Torá ordenó primero acerca de los jukim (estatutos), como está escrito: 'Y observarán Mis jukim (estatutos) y Mis mishpatim (preceptos), los cuales habrá de cumplir el hombre y vivirá con ellos' (Vaikrá - Levítico 18:5)". 

Rambam escribió: 

"Las leyes de la Torá son sabios y antiguos consejos del Gran Consejero, que tienen como finalidad corregir nuestros pensamientos y hacer que todas nuestras acciones sean rectas, y así está escrito: '¿No he escrito para ti cosas importantes, de consejo y sabiduría, 21 para hacerte conocer la legitimidad de las palabras de la verdad, para que respondas con palabras de verdad a aquellos que te enviaron?' (Mishlé- Proverbios 22:20-21)". 

Hasta aquí las palabras del Rambam, de bendita memoria. 

He aquí que el versículo dice: "Feliz es la persona que es temerosa de Di-s, que desea mucho Sus preceptos". (Tehilim - Salmo 112:1); y la literalidad del texto indica que la expresión "que es temerosa de Di-s" se refiere a los preceptos no-activos de nuestra sagrada Torá, y que "desea mucho Sus preceptos" se refiere a los preceptos activos de la Torá. Y la intención es decir que la persona debe cuidarse de no transgredir los preceptos no- activos y que además cumpla los activos. 

Y encontramos que nuestros Sabios, de bendita memoria, basados en las palabras "Sus preceptos" (del versículo anterior) han enseñado: "que desea mucho Sus preceptos", y no (que desea) la recompensa de Sus preceptos" (Avodá Zara 19a). Sin embargo, esto es algo incomprensible, pues es sabido que la recompensa por el cumplimiento de los preceptos consiste en el goce del resplandor de la Divinidad en el Gan Edén (Paraíso), lo cual es un placer tan grande que nosotros no podemos llegar a concebir. Y cuando nuestros Sabios quisieron revelarnos la grandeza de este placer no encontraron con qué compararlo, y sólo nos enseñaron una gran regla general, y dijeron: "Es mejor un momento de paz espiritual en el Mundo Venidero que toda la vida de este mundo" (Avot 4:17). Y está claro que la expresión "toda la vida de este mundo" incluye también a los reyes y ministros, junto con todos sus placeres, su grandeza y su riqueza. Y cualquier placer que la mente humana pueda imaginar no se compara en absoluto con el placer del "goce del resplandor de la Divinidad", ya que "es mejor un momento de paz espiritual en el Mundo Venidero que toda la vida de este mundo".

Entonces, esto resulta incomprensible: ¿Quién no anhela la recompensa de Sus preceptos, que es una recompensa inmensa, imposible de imaginar? 

¿Cómo es posible decir entonces que la persona no debe desear la recompensa de los preceptos? Esto es algo imposible de comprender. 

A pesar de que explicamos la gran recompensa de los preceptos, que es muy elevada, y la gran ansia de la persona por experimentar ese placer, de todas formas el versículo dice: "que desea mucho Sus preceptos", lo que nos enseña que la persona debe sentir un deseo y anhelo inmenso e ilimitado al meditar acerca de la grandeza del precepto en sí y de cuan lejos llega su poder; y la recompensa por ese precepto debe ser como nada ante sus ojos en comparación con la grandeza de la realización del precepto en sí, y el deseo de la persona de querer cumplir con un precepto no debe tener ni límite ni final. Pero si la persona considera los 248 preceptos activos de la sagrada Torá, encontrará muchos preceptos activos que no puede cumplir, pues hay muchos preceptos que sólo son posibles de cumplir en la Tierra de Israel y no fuera de ella; y hay preceptos que sólo son posibles de cumplir en los tiempos en que el Templo estaba construido; hay otros que están relacionados con la santidad y la pureza ritual; y otros que sólo son posibles de cumplir por una Corte Rabínica cuyos miembros hayan sido ordenados (como originalmente se hacía), y es sabido que nosotros no tenemos esto hoy en día; y si la persona tuviera que seleccionar por sí misma los preceptos que tiene la posibilidad de cumplir, le resultaría muy difícil. 

Es por eso que hemos recopilado aquí, con la ayuda de Di-s, todos los preceptos activos que tenemos la posibilidad de cumplir en estos tiempos, así como todos los preceptos no- activos que la persona debe abstenerse de transgredir, según la enumeración que siguieron el Rambam y muchos Otros Rishonim (autoridades de los primeros tiempos), de bendita memoria. 

Y para que no le sea difícil a la persona estudiar todos los preceptos activos de una sola vez, yo le aconsejo que estudie la mitad los lunes y la otra mitad los jueves de cada semana, y así cada semana y semana; y con el correr del tiempo, la persona llegará a ser bien versada en todos los preceptos activos que tiene la posibilidad de cumplir en estos tiempos. Y luego, que haga lo mismo con los preceptos no-activos, estudiando la mitad los lunes y la otra mitad los jueves, hasta que con el correr del tiempo sea bien versada en todos los preceptos no- activos respecto de los cuales se debe cuidar de no transgredir. Y así, cada vez que se le presente la oportunidad de cumplir alguno de estos preceptos, la persona se acordará de cumplirlo, como enseñaron nuestros Sabios, de bendita memoria, basados en el versículo "Y lo verán, y recordarán todos los preceptos de Di- s para ponerlos por obra... 40 Para que os acordéis, y hagáis todos mis mandamientos, y seáis kadosh - santos a vuestro Di- s." (Bamidbar- Números 15:39-40): "el recuerdo conduce al cumplimiento".

 

Los Preceptos Activos 

 

1. El precepto activo de creer que Di-s existe, 

como está escrito: "Yo soy Hashem, tu Di-s..." (Shemot - Exodo 20:2), y que Él -bendito y exaltado sea- creó todos los seres existentes y todos los mundos, por Su poder y Su deseo, y que Él es Quien supervisa todo. Esto constituye la base de nuestra religión, y quien no crea en esto estará renegando del Principio Fundamental (Di-s) y no tiene parte o mérito alguno en el pueblo de Israel. Y tenemos la obligación de estar dispuestos a dar nuestra vida y todo lo que tenemos por esta creencia. Sin embargo, lo esencial es grabar firmemente en nuestra mente que ésta es la verdad, y que nada más que esto es posible. 

Este precepto debe ser observado por los hombres y las mujeres, en todo tiempo y momento. 

2. El precepto activo de creer en la unicidad de Di-s y tener fe completa en que Él es Uno y Único, y que fuera de Él nada tiene poder, 

como está escrito: "Escucha Israel: Hashem es nuestro Di-s, Hashem es Uno" (Devarim - Deuteronomio 6:4). Esto constituye el pilar de nuestra fe. 

Después del conocimiento primario de que Di-s existe (precepto activo no 1), es imperioso creer con fe completa = creer, confiar y obedecer = emuná; que Él es Uno, indivisible - en el nivel más elevado de unicidad-, que no tiene cuerpo, que no puede ser definido mediante ningún concepto físico, que no es afectado por ningún fenómeno que suele afectar a los cuerpos físicos, que no hay otro como Él, y que fuera de Él no existe otro dios. 

Estamos obligados a creer en esto los hombres y las mujeres, en todo tiempo y en todo momento. 

3. El precepto activo de amar a Dios, bendito sea, con todo nuestro corazón, con todo nuestro ser y con toda nuestra fuerza, 

como está escrito: "Y amarás a Hashem, tu Di-s, con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu fuerza" (Devarim - Deuteronomio 6:5). El camino para llegar a amarlo es meditar sobre Sus obras hasta conocerlo lo mejor que podamos para que así se entusiasme nuestro corazón y se llene de amor por Él. Éste es el amor que se nos ordenó sentir, y todos nuetros pensamientos deben estar puestos en amar a Di-s, bendito sea. El hombre no puede llegar a amar al Santo, bendito es Él, excepto a través del conocimiento que tenga de Él; y dependiendo del nivel de ese conocimiento, será el amor: si el conocimiento es escaso, entonces el amor será pequeño, y si el conocimiento es grande, entonces el amor será grande también. Es por eso que la persona debe invertir todo su esfuerzo en tratar de instruirse y profundizar en las ciencias y los campos de la sabiduría que revelan la gloria del Creador, hasta el punto máximo de comprensión y entendimiento al que pueda llegar. 

Éste es uno de los preceptos que la persona tiene la obligación de observar en todo tiempo y en todo momento. Y este precepto también incluye el deber de acercar a las personas hacia Su servicio y hacer que todos los seres humanos Lo amen y le obedezcan, así como lo hizo nuestro patriarca Abraham, la paz sea sobre él, como está escrito: "...y las almas que han hecho en Jarán (acercándolas al servicio de Di-s)" (Bereshit - Génesis 12:5); y por esta razón, el Santo - bendito es Él- lo llamó Su "amigo", como está escrito: "Abraham, Mi amigo" (Yeshaiahu - Isaías 41:8). 

Continuará...

 

 

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